18 de mayo de 2010

Fingimos ser extraños a los ojos de los demás.



El café olía tan bien, y la torta tenía mucho dulce de leche, pero eso no era lo mas importante; pensé que no iba a verte, por la simple razón de que atentan contra nuestro amor prohibiéndonos estar cerca. Pero viniste y yo tenía miedo de que todos te vieran, tenía miedo de que te reprocharan todo, pero sin embargo, lo hiciste, estuviste ahí y le tiraste un besito a la desconocida que estaba sentada en el sillón.


Quizás, como allí se comentaba leer esté mal, o tal vez no, y los errados sean sus comentarios, pero puedo asegurarte que era lo que menos sentido tenía, estando tan cerca tuyo sin poder abrazarte ni besarte; sentía esas terribles ganas de irme muy lejos con vos, y que pasara todo ese momento, importuno, por cierto, pero si hubo algo que me serenó, además de tu sonrisa, fue ese algo tan especial, que solamente vos sabías que me iba a hacer bien, y cuando esa canción empezó a sonar, me sentí con vos...


Y de todo ese día, dos cosas son las que hoy puedo rescatar, en primer lugar, quiero que seamos cómplices toda la vida, y por otro lado, no voy a ningunear mis sentimientos y necesito decirte que acá, en mí alma, sos inmortal.

No hay comentarios: